viernes, 14 de octubre de 2011

Temporada01_Capitulo020_25Diciembre2011


José termino de empacar sus cosas mientras yo hacía lo mismo. Realmente lo ideal era viajar muy ligero, así que tenía varios refugios donde podía guardar algunas pertenencias, realmente no eran muchas. Como había mencionado no me gustaba cargar armas de fuego, finalmente en un enfrentamiento con uno de esos seres lo único que lograrías sería atraer a muchos mas de ellos.

Con el paso del tiempo se demostró que lo ideal era simplemente alejarse de ellos, en especial de aquellos que acaban de regresar de las sombras de la muerte. Mi defensa era el mango de madera de un pico, en un principio era difícil de manejarlo por su peso, pero un poco de cinta de aislar o un pedazo de tela en la punta mas delgada para que no se resbale y es útil hasta bajo la lluvia.

- ¿Dónde esta Paola? - le pregunté a José una vez que bajamos del árbol.

- Están en el Tec, debido a su accidente tiene que permanecer inmóvil - me respondió José mientras revisaba nuevamente su arma.

Yo no quise saber mas sobre que tan grave estaba Paola, debía de tener la mente lo mas despejada posible. Debido al rumbo que debíamos de tomar decidí que saldríamos por la Avenida Bonampak, bueno lo que quedaba de ella. Con el paso del tiempo había logrado acondicionar la ETI reforzando los espacios donde se había caído la barda, cualquier material era bueno para mantener alejado a los pocos muertos vivientes que quedaban en la ciudad.

Por regla yo iba delante de José , cosa que creo que a el no le agradaba mucho. Un poco antes de llegar a la Avenida, me detuve en seco y José inmediatamente desenfundo su arma.

- ¿Dices que de repente habían demasiados? - le pregunté en voz baja.

- Muchos, pareciera como si de repente todos ellos decidieran venir de vacaciones - me dijo con una especie de sonrisa - ¿Por que lo pregunta?

A los pocos segundos comprendió José porque le preguntaba y me había detenido. Se empezaban a escuchar los quejidos de esos seres, pero se escuchaban como si fueran demasiados ¿cómo se habían podido juntar tantos en tan poco tiempo?.

Le pedí a José que me esperara un momento, obvio que me quiso desobedecer, pero el peso de mi rango, es decir, la edad, lo obligaba a tener que obedecerme. “Mas sabe el diablo por viejo que por diablo”, no importaba que tan rápido o fuerte o bien armado estuvieras, lo que importaba era la experiencia que te daba el sobrevivir a este infierno, mientras mas tiempo pasaba mas conocías de esos seres, mientras mas acorralado que estuvieses, tu instinto animal se agudizaba cada ves mas.

Seguí avanzando y el ruido se empezó a hacer muy molesto. A pesar de los años no deja uno de sentir escalofríos, si escuchar a uno solo te pone los pelos de punta escuchar a un grupo de ellos hace que los nervios se pongan a flor de piel. Me acerqué a la barda y empecé a trepar por los hoyos que explícitamente había hecho para ese fin. Cuando me logré asomar se me heló la sangre, por instinto me sobresalte soltando la barda y caí de espaldas. Por suerte no estaba demasiado alta la parte por la que había trepado, así que me incorpore lo más rápido que pude. En ese momento vi que José estaba a unos cuantos metros, le hice señas de que regresaramos donde lo había dejado.

- ¿Por que hay tantos? ¿Por que gimen? - me preguntó tratando de contener sus emociones - ¿Habrán escuchado el disparo?.

Le indique que guardara silencio, era muy difícil que nos escucharan pero necesitaba ordenar mis pensamientos. José tenía razón, solo harían tanto ruido si sabían que estábamos ahí. Le pedí que me siguiera, necesitaba ver como estaba la entrada por el taller de Mecánica, de paso, desde ahí podríamos ver que tan complicada estaba la situación debido a que esta en una posición mas alta que el resto de la escuela. Ni siquiera logramos llegar, junto al Taller de Electricidad vimos que de alguna forma habían logrado abrir la malla y estaban entrando. No se estaban desperdigando por la zona, iban directo a nosotros.

Regresamos lo mas rápido que pudimos al árbol. No podíamos salir por ningún lugar de la periferia de la ETI que diera a la calle o a la avenida y aunque eran lentos tarde o temprano el tiempo se nos vendría encima; la única opción que nos quedaba era intentar salir por las instalaciones de Conalep y esperar que por esa calle no hubiesen tantos de ellos. Yo había reforzado el acceso de lo que rodeaba la ETI, pero sabía que debíamos de tomar nuestras precauciones.

Conforme nos íbamos acercando a la puerta principal vi que aún no habían logrado entrar pero se escuchaban a lo lejos varios gemidos. Cuando estuvimos un poco mas cerca comprobamos que la entrada principal estaba también rodeada de esos seres, no eran tantos como los que habíamos visto en la ETI pero aún así era muy riesgoso tratar de salir enfrentándolos directamente.

- Necesitamos una distracción - le comenté a José.

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