domingo, 9 de octubre de 2011

Temporada01_Capitulo017_25Diciembre2011


Yo veía a José perfectamente bien. De hecho, no se si por la adrenalina del momento pero creo que me estaba empezando a sentir mejor. José retrocedió un poco poniendo su pie izquierdo detrás de él, creo que ya estaba decidido a dispararme. Llevaba una pistola automática tipo escuadra y aunque él era un experto en ella debía asegurarse de volarme completamente la tapa de los sesos para que no lo lastimara.

- ¿Si me oye? - me preguntó nuevamente.

- Si José - le conteste tratando de calmarlo - no entiendo a que te refieres.

Yo no soy muy aficionado a las armas de fuego pero mi defensa contra esos seres estaba un poco alejada para poderle hacer frente a José, en realidad, no sabía exactamente ni que hacer por la encrucijada que me presentaba el tratar de vivir el mayor tiempo posible pero sin lastimar al muchacho.

Ironicamente pensé en que necesitaba un milagro para que tanto el como yo salieramos bien librados de esto. Por instinto empece a memorizar donde estábamos pero en realidad en esta ocasión no habían muchas opciones para escapar, para colmo a esa altura y con él armado nada bueno puede pasar si es que estoy a punto de convertirme en uno de esos seres.

José de repente se puso pálido y vi como su arma empezó a vibrar, su pulso se había acelerado demasiado. Debido a ésto el arma se le disparó. Todo ocurrió tan rápido : el sonido del arma, sentir como un hilillo de aire pasaba junto a mi cabeza, el vuelo de unos pajaros que estaban cerca, de reojo algunos cabellos cayendo lentamente hacia mi hombro izquierdo. Yo voltee a ver el cabello que caía lentamente y fue cuando entendí que era lo que estaba asustando tanto a José.

Encontrar un buen peluquero a estas alturas es muy difícil así que los hombres tenemos dos opciones : o llevarlo casi a rape o como en mi caso, simplemente dejarlo crecer. Mientras había estado acostado se me desamarro el cabello y este colgaba tapando mis orejas hasta llegar un poco debajo de los hombros. Cuando José disparó accidentalmente, la bala rebano uno de los mechones.

Los cabellos que calleron estaban rojizos, pero el detalle estaba en que mi cabello siempre ha sido negro y demasiado obscuro. Una de las razones por las cuales no me dejaba la barba era porque precisamente después de ciertos días se empezaba a tornar rojiza. Obviamente esto no me gustaba, hacia parecer que mi cara estuviese permanente en huelga.

José había bajado su armá y dejo caer sus rodillas tapándose la cara. Empezó a llorar y mazcullaba algo que no lograba entender. Hacía mucho que casi todos los humanos que quedaban de pie habían dejado de rezar o de pensar que algún ente divino los rescataría de este infierno. Se había caido en una época de obscuridad y los pocos que aún creían en Dios lo hacían a escondidas. En mi caso, yo sabía que nos habían abandonado a nuestra suerte.

Lentamente me dirigí hacia José, me incliné y le quite el arma. Cuidadosamente le puse el seguro y la extendí hacia el para devolversela. El levanto la mirada y vi que su temor se había convertido en esperanza.

- Feliz Navidad amigo - le dije mientras le pasaba la mano por su rapada cabeza.

Sobre mi cabello yo lo relacioné con los efectos tan extraños que estaba experimentando por el aletargador, pero por la reacción de José, juraría que el cree que esto es una señal … un milagro.

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